Todas estas “graves inmoralidades”, actos de libertad y de salud mental, no son regalos: son conquistas. Son el resultado de la porfiada lucha de los gays y las lesbianas contra la discriminación y la violencia. Entre todos los placeres que merecen el infierno, el amor homosexual es, todavía, el más ferozmente reprimido. El machismo y la estupidez armada han disfrazado de normalidad esta atrocidad, y la han convertido en costumbre. En más de setenta países, la ley castiga las relaciones homosexuales. En muchos, con cárcel. En algunos, con flagelación o pena de muerte. En otros, donde la pena de muerte no es legal, los escuadrones parapoliciales y los enfermos de fanatismo cumplen sus ceremonias de purificación: limpian las calles torturando, mutilando y asesinando a quienes, por el solo hecho de existir, constituyen un escándalo público. Los gays y las lesbianas están malditos en la tierra y en el cielo. Hace cinco años, el primer ministro de Malasia llegó a denunciar que eran una amenaza para la seguridad nacional. En el Más Allá, también tienen cerrada la puerta. Como escuché decir a la madre de una joven lesbiana: “Lo que más me duele es saber que no estaremos juntas en el Paraíso”.
Pero ellos y ellas, los raros, los despreciados, están generando, ahora, algunas de las mejores noticias que nuestro tiempo traNsmite a la historia. Armados con la bandera del arcoiris, símbolo de la diversidad humana, ellas y ellos están volteando una de las más siniestras herencias del pasado. Los muros de la intolerancia empiezan a caer.
Esta afirmación de dignidad, que nos dignifica a todos, nace del coraje de ser diferentes y del orgullo de serlo
Pero ellos y ellas, los raros, los despreciados, están generando, ahora, algunas de las mejores noticias que nuestro tiempo traNsmite a la historia. Armados con la bandera del arcoiris, símbolo de la diversidad humana, ellas y ellos están volteando una de las más siniestras herencias del pasado. Los muros de la intolerancia empiezan a caer.
Esta afirmación de dignidad, que nos dignifica a todos, nace del coraje de ser diferentes y del orgullo de serlo
Eduardo Galeano.
CUALQUIER MANERA DE AMOR VALE LA PENA, CUALQUIER MANERA DE AMOR VALE AMAR
CUALQUIER MANERA DE AMOR VALE LA PENA, CUALQUIER MANERA DE AMOR VALE AMAR